En la vida diaria, la mayoría de la gente piensa que la potencia de las luces LED está directamente relacionada con su brillo. Sin embargo, profundizar en el tema revela que esto no es así. Si bien la potencia juega un papel en el consumo de energía y el uso de electricidad, no es el factor clave para determinar qué tan brillante será una luz. En cambio, el factor clave es el flujo luminoso.
La potencia se mide en vatios (W) y representa el trabajo realizado por un objeto por unidad de tiempo. Cuanto mayor sea la potencia nominal, mayor será el consumo de energía y potencia, pero esto es sólo un factor de referencia y no el principal determinante del brillo. Por otro lado, el flujo luminoso, medido en lúmenes (LM), cuantifica la cantidad de luz que el ojo humano puede percibir por unidad de superficie. Cuanto mayor sea el índice de lúmenes, más brillante será la luz emitida.
Para calcular el brillo de una lámpara, se debe considerar la eficiencia lumínica, medida en lúmenes por vatio (LM/W). Diferentes fuentes de luz con el mismo flujo luminoso tienen un consumo energético diferente. Cuanto mayor es la eficiencia luminosa, menos energía se consume bajo el mismo flujo luminoso. La fórmula de cálculo del flujo luminoso es flujo luminoso = eficiencia luminosa * potencia.
Por ejemplo, considere dos lámparas: una lámpara de 36 W con una eficiencia luminosa de 80 lm/W emite un flujo luminoso de 2880 lm, y una lámpara de 30 W con una eficiencia luminosa de 110 lm/W emite un flujo luminoso de 3300 lm. En este ejemplo, aunque la lámpara de 30 W tiene una potencia nominal más baja, es más brillante que la lámpara de 36 W debido a su mayor flujo luminoso.
En resumen, es obvio que el flujo luminoso determinado por la eficiencia y la potencia luminosa es el principal factor que determina la luminosidad de la lámpara. Comprender esta diferencia puede ayudar a los consumidores a tomar decisiones informadas al elegir luces LED para satisfacer sus necesidades de iluminación.
Hora de publicación: 06-jun-2024